miércoles, 3 de octubre de 2018

Cómo enseñar a escribir a los niños



¿Hay una edad oficial para aprender a escribir?
En este punto, hay opiniones variadas y contrapuestas entre diferentes escuelas y metodologías. Lo más recomendable es que, en la Educación Infantil (3, 4 y 5 años), se tenga un primer contacto con el lenguaje escrito sin exigir a los niños que, al finalizar este periodo, sepan leer y escribir con normalidad. En esta etapa, realizan trazos y se familiarizan con los diversos instrumentos (ceras, lápices, etc.), desarrollan su capacidad para dibujar y empiezan a conocer algunas letras y palabras (como su nombre). Todo ello de una forma lúdica, que despierta su interés por el lenguaje escrito. En esta etapa, y hasta los 6 años, podemos hablar de iniciación al proceso de la escritura.
¿Y los niños avanzan todos a la vez en el aprendizaje de la escritura?
En los colegios, aún sigue siendo frecuente llevar a todos los alumnos del grupo al mismo ritmo, sin tener en cuenta las diferencias individuales (tipo de inteligencia predominante, estilo de aprendizaje…). Actualmente, con la metodología constructivista, igual que sucede en la lectura, los niños usan la escritura para comunicarse, expresarse o entretenerse, inventándola según sus propias reglas y aproximándose, poco a poco, al sistema convencional mediante un proceso que avanza unido a sus etapas evolutivas. Pero, independientemente del método pedagógico que se utilice, prevalecerá el interés del niño, su predisposición. Además, hay que considerar que cada niño tiene su ritmo, aunque sabemos que todos lograrán el objetivo.

¿Cómo es el proceso de aprender a escribir?
El punto de partida es la grafomotricidad, que está integrada dentro de la motricidad fina (es decir, de la precisión de los movimientos, fundamentalmente, la coordinación ojo-mano). El desarrollo del «gesto fino» se lleva a cabo a través de ejercicios que requieren precisión, rapidez y control de movimientos en las manos y en los dedos. Estos ejercicios desarrollan una serie de habilidades necesarias para, posteriormente, realizar los primeros grafismos. La manifestación más temprana de la grafomotricidad es el garabateo, que se desarrolla de manera simultánea al dibujo espontáneo o al dibujo con modelos y que precede a la escritura propiamente dicha.¿Y en qué consisten estos ejercicios de escritura?
Se empieza aprendiendo a manejar los materiales: es decir, el instrumento con el que realizar los trazos y el soporte sobre el que se realizan dichos trazos. El instrumento debe convertirse en una prolongación de la mano: el niño tiene que aprender a sostenerlo entre los dedos y a deslizarlo sobre un soporte. El instrumento no será ni duro (pues impediría el movimiento de la mano) ni excesivamente blando (ya que se difuminarían los trazos). Al principio, ponemos a disposición de los niños ti-zas, pintura de dedos, ceras blandas y lapiceros hexagonales muy gruesos para que aprendan a colocar los dedos lo más correctamente posible.
Después, pasaremos a utilizar ceras más finas y otro tipo de lápices. El soporte es la base en la que el niño se apoya para realizar los ejercicios. Al principio, debe ser grande (un papel de estraza extendido sobre el suelo o una pizarra colgada en la pared) para permitirle hacer movimientos amplios y firmes. Cuando el niño consigue aumentar el control del brazo, pasamos a utilizar soportes más pequeños (fichas específicas para este fin). En general, los ejercicios son cortos y atractivos, y responden a las preferencias del niño. Los primeros trazos son movimientos voluntarios de la mano y del brazo. Se empieza por los palotes simples y combinados y se sigue con círculos y espirales hasta llegar a los más complejos, los bucles, con el objetivo de abordar, a continuación, las primeras letras y números.
¿Qué consejos darías a los padres de niños que están aprendiendo a escribir?
La ejecución de los ejercicios requiere un ambiente silencioso y relajado. Los niños deben adoptar una buena postura corporal y una actitud de concentración. La música ayuda mucho: se pone música con ritmos muy marcados y rápidos para la realización de trazos cortos e intermitentes; y música más lenta y suave para los trazos largos y ondulantes. Por último, realizar los ejercicios previamente en el aire, en arena o en harina, facilita la posterior ejecución de los trazos en una ficha. En el último curso de la Educación Infantil, es importante que el niño tenga adquiridas estas habilidades para facilitar el paso a Primaria en condiciones de adquirir los conocimientos establecidos en esta nueva etapa.

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